Tras más de dos décadas de intenso crecimiento, la demanda de productos latinoamericanos por parte del gigante asiático muestra signos de agotamiento que preocupan a los países de la región.
En tan solo dos años, el crecimiento de los intercambios chinos con los países latinoamericanos ha pasado del 45% al 3%, en un contexto en el que China no alcanzaría a cumplir con su bajo objetivo de crecimiento del 5% previsto para 2023.
En la misma línea, sus exportaciones en el mes de mayo se hundieron un inesperado 7,5%, mientras que sus importaciones, que habían caído un 7,9% en abril, volvieron a hacerlo otro 4,5%.
Entre las causas de este contexto, los especialistas destacan la posibilidad concreta de sanciones internacionales contra China por su cada vez más estrecha relación con Rusia, así como su conflicto en Taiwán.
Ante esta situación, el gobierno chino estaría priorizando sus reservas internacionales de divisas procurando cuidar su superávit comercial, por lo que si sus exportaciones caen, también lo harán sus importaciones, impactando negativamente sobre América Latina.
Esto representa un cambio radical en el esquema reinante durante las dos últimas décadas, en el que la región latinoamericana apuntaló buena parte del crecimiento de sus economías en la creciente demanda de productos por parte del gigante asiático.
Impacto generalizado
A nivel región esta tendencia es general:
Perú sufrió una gran desaceleración del crecimiento de sus exportaciones a China, que este año solo han aumentado el 0,16%, marcando una gran diferencia con el 58,4% de crecimiento alcanzado en los primeros meses de 2021.
También Chile también ha reducido sus intercambios, del 40% al 8%, de 2021 a 2023.
Brasil lo hizo del 32,6% al 3,3%. Así como otros países latinoamericanos, como Colombia (-16,1%), Uruguay (-31,2%) y México (-1,96%), incluso han visto retroceder significativamente sus exportaciones hacia China este año 2023.
A modo de conclusión, los analistas especializados señalan que, posiblemente, estemos frente a un cambio de ciclo en el que el esquema de fuerte crecimiento chino, con su consecuente gran demanda de productos de la región latinoamericana, podría haberse agotado.
El actual estrés global y las desconfianzas mutuas con el mundo occidental, así como la intensa competición estratégica con EE. UU. serían las causas principales de este nuevo contexto.
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