La tendencia a la relocalización de industrias cerca de los centros de consumo, denominada nearshoring, crea una creciente demanda de instalaciones y servicios logísticos transfronterizos entre México y los Estados Unidos.
Así lo refleja, por ejemplo, la actividad en el puerto de entrada de Otay Mesa, el cruce fronterizo terrestre comercial más grande de California, que registró un aumento interanual de su comercio del 12,7%.
Este crecimiento es impulsado por la proximidad de las cadenas de fabricación y suministro de Asia a México, lo que además está aumentando la demanda de infraestructuras industriales en las ciudades a lo largo de la frontera.
También el comercio electrónico tracciona los intercambios transfronterizos, donde México se posiciona como un hub de entrada al mercado estadounidense, recibiendo importaciones desde Asia que luego ingresan a los Estados Unidos aprovechando el programa 321 que permite la entrada de mercancías con facilidades impositivas.
Junto con el logístico, el mercado de la construcción son los dos grandes ganadores en este proceso. La presidenta de la Cámara Mexicana de la Construcción (CMIC), Marcela Heredia Izquierdo, explicó que como sector privado buscarán generar nuevos complejos para los corporativos relacionados con las cadenas de proveeduría, así como adecuar los edificios actuales con los que cuenta la urbe, los cuales no han sido modificados para los tiempos postpandemia.
“Venimos de años complejos, pero el reto para este año es subirnos a esta ola, donde se busca que lleguen a trabajar las grandes empresas”, subrayó.
El plan actual para el nearshoring desarrollado por México se centra en generar incentivos fiscales durante 2023 para las empresas que provienen de Asia y buscan abastecer al mercado estadounidense que es, por lejos, el de mayor consumo per cápita del mundo.
Este proyecto viene acompañado de un paquete de acciones para facilitar a las empresas los procesos administrativos, particularmente los permisos.
