Europa, atenta ante posible retroceso de la globalización

Las posibilidades que permitan un final precipitado de la globalización son cada vez mayores y mantienen en vilo a las naciones europeas al verse amenazadas por su gran dependencia importadora, sobre todo, de materias primas.

La situación geopolítica mundial, encabezada principalmente por el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, impactaría más profundamente en Europa en los próximos meses, lo que le supone al Viejo Continente la necesidad de trabajar conjuntamente en políticas inmediatas que les permitan afrontar los próximos desafíos.

A esta conclusión llegó el presidente del Banco Central de España, Pablo Hernández de Cos, para quien el mundo ya enfrenta un proceso de desglobalización debido a las grandes tensiones que se suceden en la actualidad, motivo por el que invitó a las autoridades europeas a mantenerse unidos y optimistas.

En este contexto, Hernández de Cos reconoció las debilidades que posee Europa al ser un continente sumamente dependiente de materias primas y que este proceso podría convertirla en un blanco fácil, pero también destacó que la Unión Europea (UE) tiene las herramientas necesarias para afrontar esta problemática.

PROVEEDORES

El retroceso de la globalización le supondría al continente la obligación de buscar fuentes alternativas, cercanas y económicamente viables porque, caso contrario, su desempeño podría verse perjudicado ante este eventual nuevo panorama mundial.

La realidad es que Europa no sólo depende de los insumos naturales que les provee América, sino también de la tecnología proveniente de Estados Unidos y China.

Por lo tanto, la escalada en las tensiones entre ambas potencias también les supondría un peligro concreto debido a que es un continente líder en capacidad tecnológica, pero que aún necesita insumos chinos y norteamericanos para el desarrollo de su industria y enfrentar una desglobalización también significaría poner a prueba su liderazgo.

Por eso, el titular del banco central español advirtió sobre la importancia de compartir los riesgos por primera vez ante este inminente panorama, a pesar del beneficio que el sistema comercial global le generó a la UE durante décadas por ser una economía muy abierta al mundo.

Más allá de este pronóstico desalentador, desde Europa confían que el potencial ejercido por su influencia política y económica en el plano internacional no desaparecerá, por lo que este proceso que ya ha iniciado puede convertirse en una nueva oportunidad siempre y cuando el bloque adopte importantes reformas en su sistema comercial y logre adaptarse al nuevo esquema global.

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