Europa ante una de las peores crisis energéticas de su historia

Europa enfrenta un contexto sin precedentes, donde la reactivación económica pos-pandemia, un conflicto bélico y una transición energética en su etapa temprana, ponen en jaque a la matriz energética europea, impactando en su logística y comercio internacional.

Sobre esto dialogamos con Abelardo Reinoso, quien nos brinda su mirada sobre la situación actual y las múltiples problemáticas que, de la peor manera, nos llevan a poner en su justo valor el rol de la energía en nuestras vidas.

¿Cómo describirías la matriz energética en Europa?

Los productos derivados del petróleo suponen el 35% del consumo final de energía en Europa, la electricidad está en segundo lugar con un 23% y, en tercer lugar, se posiciona el gas natural.

La mayoría de los países del bloque están en proceso de eliminar progresivamente el consumo de combustibles fósiles, para sustituirlos por energías medioambientalmente limpias y renovables.

En este contexto, el consumo energético de consumidores finales, las industrias y el trasnsporte representa 2/3 del total, y el restante se destina a la generación y distribución de electricidad.

En cuanto al origen de la energía, el 42% se genera internamente y el 58% restante es importado.

La producción de electricidad se lleva a cabo en un 58% a partir de energías limpias, incluyendo la nuclear 22%, hidroeléctrica 16% y eólica-solar 14%. En este punto, se hace evidente la dependencia de Europa de las importaciones de energía, sobre todo de petróleo y gas natural, para producir ese 42% restante, lo que representa una gran preocupación política en relación al suministro energético.

¿Cómo ha sido el impacto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania en el mercado energético europeo?

Varios factores han contribuido para que actualmente estemos viviendo una de las peores crisis energéticas de la historia.

Esta situación se inició en la primavera de 2021 con la recuperación económica después de la pandemia. Desde el punto de vista estructural, cuando China y otros países comenzaron a sustituir sus centrales de carbón por gas para producir electricidad, se tensionó el mercado del gas hasta tal punto que en España los precios aumentaron 800% solo en un año. Y, desde luego, el conflicto bélico impulsó la suba de precios.

Los países europeos nos hemos vuelto dependientes de las importaciones por fuera de la UE, como en el caso de Rusia. Es cierto que también tenemos acuerdos de suministros con EEUU, pero la realidad es que el gas ruso era más barato y esto llevo a descuidar la diversificación del suministro, así como las propias capacidades de producción.

Ante este contexto, los gobiernos de la Unión Europea están intentando incrementar el volumen de gas natural licuado proveniente, por ejemplo, de Azerbaiyán, de los pozos del Mar del Norte y del Norte de África. Mientras que Estados Unidos se posicionó actualmente como nuestro principal proveedor de gas licuado a través del transporte marítimo.

Ante la escasez de gas natural y el consecuente incremento de la comercialización de gas licuado, la logística marítima ha tomado mayor protagonismo. Hay alrededor de 700 barcos en el mundo dedicados al transporte de gas licuado, 10% de los cuales son de una empresa de Qatar, que junto a Estados Unidos y Australia representan el 60% de las ventas globales de este combustible.

De toda esta situación sacaría dos lecciones aprendidas. La primera, es la importancia de la energía en nuestras vidas y, la segunda, que el precio económico del gas hizo que Europa sea competitiva y pudiera lanzar la transición energética que, sin embargo, a través de las energías renovables no se ha logrado todavía compensar el déficit de producción eléctrica a partir de fuentes más tradicionales.

¿Qué cambios generó esta situación en el comercio exterior y la logística de las diversas fuentes de energía?

 Hemos pasado de basar el suministro europeo de gas a través de gasoductos a movernos hacia el gas natural licuado. El problema del mismo, es que no todos los países europeos tienen la misma capacidad de regasificación que España. Nosotros tenemos siete plantas regasificadoras que nos permiten una gran flexibilidad y capacidad de transformación del gas natural licuado. Pero, para llevar este gas ya procesado a ciertos países de Europa no existe conexión, por lo que la única forma de hacerlo es a través de barcos, y el mercado de GNL es muy limitado, lo que condiciona su disponibilidad e impacta en sus precios.

El año pasado, el flete de un barco de gas natural licuado podía estar 70.000 euros al día y, a partir de la alta demanda, sus costos actualmente se han duplicado.

¿La transformación energética puede ser una solución para la independencia energética de la UE?

 En los últimos años las energías renovables han ido reemplazando al carbón, el combustible con mayores emisiones, y el objetivo era también lograr reemplazar al gas.

Pero no se puede insistir en que todo se soluciona con las energías renovables, desde luego que son necesarias, pero con la tecnología actual funcionan el 30% del tiempo y son intermitentes, independientemente de la capacidad instalada. Porque el viento va a soplar cuando sople, al igual que el sol va a lucir cuando luce.

Por eso, todavía se necesita un respaldo para esas energías durante todos los días del año, porque la demanda no espera a que salga el sol o sople el viento. Mientras no tengamos esto claro, con el agravante de que el mayor precio y demanda de gas coincide con una baja en la producción eólica y solar, tenemos el coctel perfecto para un sobrecoste.

Por su parte, la energía nuclear fue denostada más por fundamentos ideológicos que por científicos y, conjuntamente con el gas, tienen que ser dos energías claves para dar soporte a la transición energética y permitir hacer ese tránsito de forma ordenada.

¿Cómo es el mercado internacional de insumos para las energías renovables?

Se ha demostrado en esta crisis que necesitamos una gran capacidad para ser energéticamente independientes. Muchos gobiernos, el español es uno de ellos, están invirtiendo en fuentes de energías renovables vía solar, pero ¿quién controla la fabricación de paneles solares? China controla el 75% de la cadena de suministro de los paneles solares en el mundo y construyó en el 2021 más turbinas eólicas marinas que todos los demás países del mundo durante los últimos cinco años. Por poner otro ejemplo, también es el principal productor y procesador de minerales de tierras raras que necesitan los imanes y los generadores. Es decir que todo está concentrado. Por eso, es necesario evolucionar hacia una mayor diversificación de la producción y la tecnología energética.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *