La falta de lluvias ha generado una reducción del tráfico marítimo por esta ruta vital para el comercio internacional.
El agua de lluvia es la fuente de energía encargada de mover los barcos por las esclusas que funcionan como ascensores, los que posibilitan el tránsito entre los oceanos Atlántico y Pacífico de alrededor del seis por ciento de todos los envíos mundiales, principalmente desde EEUU, China y Japón.
El lago Alajuela, en la provincia panameña de Colón, junto al lago Gatún son los dos reservorios que surten de agua al canal, pero en ambos casos sus niveles de agua están sumamente bajos por la sequía.
El paso de cada embarcación necesita cerca de 200 millones de litros de agua dulce vertidos al mar, lo que ha provocado que la autoridad del canal haya limitado, por quinta vez, el calado de los buques más grandes que lo atraviesan, de 50 a 47,5 pies.
Desde el Instituto de Meteorología e Hidrología de Panamá, señalan que todo el país ha tenido déficit de precipitaciones dentro de lo que corresponde a una temporada seca, pero que esta problemática se acrecienta debido a la alta demanda de agua potable de la población.
Adicionalmente, es probable que el fenómeno meteorológico de El Niño reduzca las lluvias en la segunda mitad del año, ante lo que las autoridades, por ley, deben priorizar el agua potable sobre los negocios, lo que lleva a la administración del canal a esforzarse continuamente para mantener el equilibrio.
En 2022 transitaron por la hidrovía más de 14.000 barcos con 518 millones de toneladas de carga, aportando 2.500 millones de dólares (2.300 millones de euros) al erario panameño.
El administrador del canal, Ricaurte Vásquez, reconoció recientemente al sitio web panameño SNIP Noticias que la escasez de agua era la principal amenaza para la navegación en el canal.
Esta situación ha hecho sonar las alarmas de las autoridades que temen que la incertidumbre pueda llevar a las compañías navieras a favorecer otras rutas.
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