Desafíos inmediatos para el comercio entre China y LATAM

Las relaciones comerciales entre China y LATAM también atravesaron un año muy particular. Sobre esto dialogamos con Pamela Aróstica, quien nos brinda sus enfoques multidisciplinarios desde la REDCAEM.

¿Qué representa en la actualidad para Latinoamérica el comercio con China? ¿Cuál es su relevancia en la región?

Las relaciones económicas y comerciales han sido un eje central de las relaciones entre China y América Latina y se han intensificado durante la última década con el impulso de las inversiones chinas en la región. Brasil concentra la mayor parte de la inversión extranjera directa de China, pero Venezuela, Argentina, Ecuador y Perú también son receptores importantes.

Las relaciones económicas, de comercio e inversión entre China y Latinoamérica se desarrollan dentro de un contexto más amplio, dado que China es la segunda economía mundial y se encuentra en una franca competencia estratégica con Estados Unidos y juega un rol fundamental en la globalización.

¿Cómo describirías la dinámica que presentaron los intercambios comerciales entre Latinoamérica y China durante 2022?

Según datos oficiales chinos, sólo en 2021 el intercambio comercial con la región alcanzó los 450 mil millones de dólares, cifra que va en aumento en los últimos años. De hecho, en 2022 China se posicionó como el principal destino de las exportaciones e importaciones de Chile, Perú y Brasil y principal. También fue un socio comercial clave para Argentina, Colombia, Bolivia, Ecuador y Costa Rica, y el segundo origen de las importaciones de México.

Aunque normalmente se indica que la región vende a China principalmente alimentos, combustibles y materias primas y se abastece de productos manufacturados, maquinaria y tecnología, es necesario hacer una distinción:

Por un lado, está América del Sur y, por el otro, México, Centroamérica y el Caribe. En América del Sur el comercio con China se basa en la exportación de bienes primarios y manufacturas basadas en recursos naturales. Por el contrario, México, Centroamérica y el Caribe tienen una especialización exportadora diferente y registran en su conjunto un déficit global con China que ha aumentado de forma creciente y acelerada durante la última década y prácticamente la totalidad de este déficit se origina en el comercio de productos industriales.

¿Cuáles fueron los principales hitos y desafíos que presentó el presente año en esta relación comercial?

Podemos distinguir los siguientes:

– La iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés): Al 2022 hay 21 países de América Latina y el Caribe (Antigua y Barbuda, Argentina, Barbados, Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, Dominica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guyana, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Perú, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela) que se han unido a esta iniciativa que propone un desarrollo global de infraestructura impulsado por China desde 2013 y que se ha convertido en clave para el Gobierno de Xi Jinping. También contempla una “ruta de la seda digital” que contempla también a Latinoamérica.

– Tratados de Libre Comercio (TLC): En la actualidad China tiene TLC con Chile, Costa Rica y Perú, pero recientemente el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, anunció un acuerdo con los asiáticos. Por su parte, Nicaragua también informó que prevé firmar un TLC con China a más tardar en 2023.

– Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC): China tiene un plan de acción conjunta de cooperación con CELAC y se explora desarrollar una Cumbre del Foro China-CELAC en 2024 con motivo de su décimo aniversario.

– XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh): Fue uno de los principales sucesos políticos del 2022 con la consolidación de Xi Jinping en el poder y para Latam ello puede implicar la profundización de las relaciones con China.

¿Cuáles son las expectativas que se tienen para 2023 en cuanto a la evolución del comercio entre Latam y China? ¿Cuáles son las variables o factores sobre los que habrá que prestar especial atención?

Se proyecta que el comercio entre China y América Latina siga creciendo. Sin embargo, es necesario observar los siguientes factores durante el 2023: la desaceleración de la economía china dado que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento de China sea de 3,2% para el 2022 (el más bajo desde 1977), tendencia que se podría mantener hacia el 2023; la política cero-covid y largos confinamientos afectarán no solamente a China también a la economía internacional; las tensiones entre China y Estados Unidos que no solo son geopolíticas también incluyen otras dimensiones como la dimensión comercial; el nuevo rol de la diplomacia económica china en Latinoamérica post-pandemia; el reforzamiento de la cooperación y coordinación estratégica de China con los principales países de la región; y un tema clave para 2023 será el de la crisis alimentaria global con un consecuente impacto en América Latina, en un aumento de sus índices de pobreza, en posible mayor endeudamiento y China se consolide como principal prestamista.

Pensando más a largo plazo, ¿cómo imagina el futuro de esta relación comercial?

El mayor riesgo a futuro es correlacionar los ciclos económicos latinoamericanos a las fluctuaciones de la oferta y demanda de materias primas por parte de China. Por tanto, es posible proyectar que el papel arbitral de China en los precios internacionales de las materias primas y su influencia en las economías nacionales y regionales latinoamericanas seguirá creciente, por ende, los resultados económicos en varios países de la región dependerán de la voluntad de China en la compra de materias primas e insumos. También puede ofrecer una oportunidad para repensar estas relaciones asimétricas en especial por parte de los países latinoamericanos y buscar nuevos caminos con China para lograr una relación más equilibrada no solamente en la dimensión comercial.

Algunos desafíos fundamentales para los países latinoamericanos será poder impulsar proyectos de desarrollo de largo plazo con énfasis en el fortalecimiento de la educación (y en esa línea, por ejemplo, puentes con China para una cooperación en educación digital podrían ser muy importantes); fortalecer sus políticas exteriores (a niveles nacional y de bloques regionales) hacia China (las que normalmente por parte de Latinoamérica son reactivas y no proactivas), y también considerar que las relaciones económicas y comerciales con China no funcionan como compartimentos estancos separados de otras dimensiones como las dimensiones geopolítica, cultural etc., es clave considerar que se trata de relaciones complejas y multidimensionales.

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